Arquitectura de Madrid


Arquitectura de Madrid

En Madrid se conserva poca arquitectura medieval, sobre todo en la Almendra Central, como las torres de las iglesias de San Nicolás y San Pedro el Viejo, la iglesia de San Jerónimo el Real y la Capilla del Obispo. Madrid tampoco ha conservado mucha arquitectura renacentista, aparte del Puente de Segovia y el Convento de las Descalzas Reales.

Felipe II trasladó su corte a Madrid en 1561 y transformó la villa en capital. Durante el período de los primeros Habsburgo, tuvo lugar la importación de influencias europeas, respaldada por el apodo de estilo austriaco. El estilo austriaco presentaba no solo influencias austriacas sino también italianas y holandesas (así como españolas), lo que reflejaba la preeminencia internacional de los Habsburgo. Durante la segunda mitad del siglo XVI se importó a España desde Europa Central el uso de chapiteles puntiagudos de pizarra para rematar estructuras como las torres de las iglesias. Los chapiteles y cubiertas de pizarra se convirtieron así en un elemento básico de la arquitectura madrileña de la época.

Destaca la arquitectura de la ciudad que data de principios del siglo XVII y que incluye varios edificios y estructuras (la mayoría atribuidos a Juan Gómez de Mora) como el Palacio del Duque de Uceda (1610), el Monasterio de la Encarnación (1611 –1616); la Plaza Mayor (1617-1619) o la Cárcel de Corte (1629-1641), actualmente conocida como Palacio de Santa Cruz. El siglo también vio la construcción del antiguo Ayuntamiento, la Casa de la Villa.

El modelo de cúpula de la iglesia del Imperial College fue imitado en toda España. Pedro de Ribera introdujo la arquitectura churrigueresca en Madrid; el Cuartel del Conde-Duque, la iglesia de Montserrat y el Puente de Toledo se encuentran entre los mejores ejemplos.

El reinado de los Borbones durante el siglo XVIII marcó una nueva etapa en la ciudad. Felipe V trató de completar la visión urbanizadora de Madrid del rey Felipe II. Felipe V construyó un palacio de gusto francés, además de otros edificios como la Basílica de San Miguel y la Iglesia de Santa Bárbara. El rey Carlos III embelleció la ciudad y trató de convertir a Madrid en una de las grandes capitales europeas. Impulsó la construcción del Museo del Prado (originalmente destinado a Museo de Ciencias Naturales), la Puerta de Alcalá, el Real Observatorio, la Basílica de San Francisco el Grande, la Casa de Correos en la Puerta del Sol, la Real Casa de la Aduana, y el Hospital General (que ahora alberga el Museo Reina Sofía y el Real Conservatorio Superior de Música). El Paseo del Prado, rodeado de jardines y decorado con estatuas neoclásicas, es un ejemplo de urbanismo. El Duque de Berwick ordenó la construcción del Palacio de Liria.

A principios del siglo XIX, la Guerra de la Independencia, la pérdida de los virreinatos en América y los continuos golpes de estado limitaron el desarrollo arquitectónico de la ciudad (Teatro Real, Biblioteca Nacional de España, Palacio del Senado y Congreso). El Viaducto de Segovia comunicaba el Real Alcázar con la zona sur de la ciudad.

La lista de figuras clave de la arquitectura madrileña durante los siglos XIX y XX incluye a autores como Narciso Pascual y Colomer, Francisco Jareño y Alarcón, Francisco de Cubas, Juan Bautista Lázaro de Diego, Ricardo Velázquez Bosco, Antonio Palacios, Secundino Zuazo, Luis Gutiérrez Soto, Luis Moya Blanco y Alejandro de la Sota.

Desde mediados del siglo XIX hasta la Guerra Civil, Madrid se modernizó y construyó nuevos barrios y monumentos. El ensanche de Madrid se desarrolló bajo el Plan Castro, dando lugar a los barrios de Salamanca, Argüelles y Chamberí. Arturo Soria concibió la ciudad lineal y construyó los primeros kilómetros de la carretera que lleva su nombre, que encarna la idea. La Gran Vía se construyó con diferentes estilos que evolucionaron con el tiempo: estilo francés, ecléctico, art déco y expresionista. Antonio Palacios construyó una serie de edificios inspirados en la Secesión vienesa, como el Palacio de la Comunicación, el Círculo de Bellas Artes y el Banco Río de La Plata (hoy Instituto Cervantes). Otros edificios notables incluyen el Banco de España, la catedral neogótica de la Almudena, la estación de Atocha y el palacio modernista catalán de Longoria. Se construyó la Plaza de Toros de Las Ventas, como Mercado de San Miguel (estilo Hierro Fundido).

Tras el golpe franquista que supuso el final de la Guerra Civil española, la arquitectura experimentó una involución, desechando el racionalismo y, a pesar del eclecticismo, volviendo a un lenguaje arquitectónico global bastante «pasado de moda», con el propósito de convertir Madrid en un capital digno de la «España Inmortal». Ejemplos icónicos de este período son el Ministerio del Aire (un caso de renacimiento herreriano) y el Edificio España (presentado como el edificio más alto de Europa cuando se inauguró en 1953). Muchos de estos edificios combinan claramente el uso de ladrillo y piedra en las fachadas. La Casa Sindical marcó un punto de quiebre al ser la primera en retomar el racionalismo, aunque esa reconexión con la modernidad se hizo a través de la imitación de la arquitectura fascista italiana.

Con la llegada del desarrollo económico español, a finales del siglo XX aparecieron en la ciudad rascacielos como la Torre Picasso, las Torres Blancas y la Torre BBVA, y la Puerta de Europa. Durante la década de los 2000 se construyeron los cuatro rascacielos más altos de España que juntos forman el Área Empresarial Cuatro Torres. La Terminal 4 del Aeropuerto de Madrid-Barajas se inauguró en 2006 y ganó varios premios de arquitectura. La Terminal 4 es una de las áreas de terminales más grandes del mundo y cuenta con paneles de vidrio y cúpulas en el techo, que permiten el paso de la luz natural.